Tras el mundial de fútbol, que ha acaparado todas las portadas habidas y por haber, en el que se ha hablado de unos y de otros y en el cual los medios de comunicación para crear expectación primero y para rellenar minutos de sopor después, se empeñaron en bautizar como "el mundial de Messi" o "el mundial de Neymar", por poner un ejemplo, en un intento postrero de hacer caja de un evento que no ha estado a la altura de la expectativa creada; digo que tras este mundial, no me queda ninguna duda que por mucho que nos hayan pretendido vender en los últimos años, el liderazgo de la gran mayoría de esos señores (que rozan el analfabetismo en algún caso) es prácticamente nulo y son gigantes con pies de barro, o en el mejor de los casos líderes de cartón piedra.
En el lado opuesto, nos encontramos con un señor que práctica otro deporte totalmente distinto. Un deporte en el que desde el primero hasta el último que cruza la meta se deja la piel y que muchas veces se antoja inhumano y exigente al máximo, requiriendo una fuerte preparación y concentración. En la tarde de ayer Lunes, este señor, se retiró llorando porque no podía seguir pedaleando tras caerse bajando un puerto de montaña entre la lluvia y la niebla. Se cayó pero se volvió a montar y siguió pedaleando unos kilómetros más, subiendo incluso otro puerto de montaña antes de parar definitivamente porque físicamente no podía dar más.
En efecto, no le quedó otro remedio que parar, bajarse y desistir de su intento en ganar por tercera vez, la prueba más importante por etapas que en esta disciplina se celebra a nivel mundial, que no es otra que el Tour de Francia.
Hay que añadir que este señor finalmente será intervenido de una fractura de tibia. Sí, queridos lectores, una fractura. ¿Cuántos de nosotros podríamos pedalear con una fractura y aún menos subir un puerto de montaña?.
Es incuestionable la capacidad de sacrificio de este tipo de deportistas por mucho que algunos se empeñen en ensombrecer el deporte que practican con la mancha del dopaje. Mancha que también intentó emborronar el currículum de este deportista, pero, aún incluso en aquellos momentos, nunca se escondió y siempre dio la cara.
Son deportistas que están a las Duras y a las Maduras... por mucho que a algunos otros les pese.
Justamente lo mismo que los miembros de la selección española de fútbol que a su vuelta de Brasil salieron por otra puerta diferente a la habitual (por la que comúnmente sale todo hijo de vecino y por la que ellos mismos salieron cuando ganaron dos Eurocopas y un Mundial) con el único objetivo de no encontrarse con el grupo de aficionados que les esperaba a su llegada. Dejando patente que es fácil estar a las maduras y pasearse por las calles más emblemáticas de la capital del país al que representan, pero no a las duras cuando por el motivo que sea no se han cumplido los objetivos. Dejando así la sospecha subliminal, con ese comportamiento, que quizás no se hizo todo lo que se podía hacer y costaba dar la cara y evitar a toda costa tener que encontrarse con algún mal gesto y/o algún comentario que pudiera volver a sacarles los colores.
No en vano, a lo largo de la historia de la humanidad siempre nos hemos encontrado con los que tan sólo sufren y, por otro lado, con los que ademas saben sufrir.
El talento no lo ponen y lo quitan los demás, simplemente se tiene o no se tiene y, de igual forma, con el liderazgo ocurre lo mismo, quien tiene capacidad de liderazgo (para liderarse y liderar a los demás) lo tiene en los buenos y malos momentos... y si solo queda patente para la fotos y los festejos y no se sabe capear el temporal y "estar también a las malas" se es UN LÍDER OPORTUNISTA Y CON PIES DE BARRO.
Ese señor que hoy subió un puerto de montaña, de los del Tour de Francia, se llama Alberto Contador, pero se podría llamar con cualquiera del resto de los nombres de los ciento y pico que cada año llegan a París tras tres semanas de carrera, y su figura seguiría teniendo la misma importancia.
Estos señores se caen y se vuelven a subir a la bicicleta, luego se dan cuenta si les duele o no, si se han roto la tibia o ha sido la cadera o quizás la clavícula. Otros, sin embargo, tan sólo bajan la cabeza cuando se sienten impotentes por evitar el ridículo que supone estar perdiendo el mundial que ellos creían les pertenecía y les tocaba ganar.
Digamos que hay oportunistas y por el contrario personas que van detrás y en pos de buscar simplemente la oportunidad,
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