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lunes, 2 de septiembre de 2013

EL LEÓN QUE NO SABÍA ESCRIBIR

Aunque el león no sabía escribir podía rugir y mostrar sus dientes y con eso no necesitaba nada más.

Hasta que un día se encontró con una leona. Ella leía un libro y era realmente preciosa.

Se hubiese lanzado a besarla de inmediato pero paró y pensó: "A una dama como ella hay que enviarle una carta de amor antes de poder besarla".

Buscó a un mono y le pidió que le escribiera una carta para la leona.

El león se encaminó a la oficina de correos pero se preguntó que habría escrito el mono, así que volvió sobre sus pasos y le hizo leer la carta.

"Queridísima amiga: ¿Quieres trepar conmigo a los árboles?. Tengo plátanos exquisitos!!!. Saludos. El león".

"¡Nooooooooooo! - rugió el león. ¡Yo nunca escribiría eso!!!".

Rompió la carta y se fue hasta el río donde se topó con un hipopótamo.

Éste escribió una carta para el león.

El león se encaminó de nuevo a la oficina de Correos pero de pronto le entró la curiosidad de saber que pondría.

"Queridísima amiga: ¿Quieres nadar conmigo y bucear en busca de exquisitas algas?. Saludos. El león.

¡Nooooooooooo! - rugió el león de nuevo. ¡Yo nunca escribiría eso!!!.

Se topó con una gacela y le pidió que escribiera una carta para él.

Mientras ésta acababa de escribir al león le entró hambre y se la comió con carta y todo.

Una vez que había acabó de saborear el banquete, se preguntó que habría puesto la gacela en aquella carta. Se dijo que debía de ser menos impetuoso porque sus instintos le habían jugado una mala pasada. Quizás la gacela había expresado justamente sus sentimientos, pero nunca lo sabría. Ahora debía de buscar a otro animal que le ayudara a escribir una carta para la leona. 

Entonces se encontró con un buitre y le pidió que escribiera la carta. Una vez que terminó le pidió que se la leyera:

"Queridisima amiga: Soy el león y aquí yo soy el jefe. ¡Quiero conocerte!...".

"Eso es"- dijo el león -. "Eso mismo le hubiera dicho yo... por fin alguien me comprende".

Pero el buitre prosiguió leyendo:

"...Podemos volar juntos por encima de la selva y luego comer juntos la carroña de la gacela que está exquisita. Saludos. El león".

Ya era suficiente: ¡No! - rugió el león -.¡Nooooooooooo! ¡No! y nuevamente no!.

"Yo escribiría sobre lo hermosa que es. Sobre lo mucho que me gustaría verla. Sencillamente, me encantaría que pasáramos el tiempo juntos. Estar tumbados, holgazaneando, bajo un árbol. ¡Mirar juntos el cielo al anochecer!".

"¡Eso no puede resultar tan difícil de escribir!".

Y el león se puso a rugir. Rugió todas las maravillosas cosas que el escribiría, si supiera escribir. Y así estuvo durante un buen rato.

"¿Por qué no lo escribiste tú mismo?".

El león se dio la vuelta: "¿Quién quiere saberlo?".

"Yo" - dijo la leona.

El león le explicó que no sabía escribir.



Entonces, la leona sonrío, empujó tiernamente al león con su nariz y se lo llevó con ella.

"Ésta es la "A" de Amor" - Le dijo.

FIN.

Adaptación propía del cuento "El león que no sabía escribir" de Martín Baltscheit.

******************

Se me ocurren muchos paralelismos entre la historia y la vida cotidiana.

Pueden extraerse muchas enseñanzas tanto a nivel personal como a nivel profesional de esta historia.

¿No crees que, dependiendo de las situaciones, todos hemos sido o somos una parte del mono, del hipopótamo, de la gacela, del buitre, del león y la leona?.

Querido lector, hoy más que nunca, me gustaría recibir tu comentario y conocer tu opinión.

¡Gracias de antemano y feliz comienzo "de curso"!!!.

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