El pasado Verano, se publicaba un estudio realizado por la consultora Koerentia que analizaba "El estado emocional de las empresas españolas". Un total de 3.800 empleados de 171 empresas afincadas en seis ciudades españolas confirmaban con sus respuestas la preocupación de los trabajadores españoles ante el actual escenario socio-económico.
- Un 36’2% de los trabajadores creía que sería despedido en 2013.
- 8 de cada 10 trabajadores estaba a disgusto en su actual empleo.
- El 63’1% de los encuestados admitían que estaban profesionalmente estancados.
- Tan solo un escueto 23’1% reconocía tener la motivación suficiente para explorar otras oportunidades laborales.
Desde luego, los datos son demoledores, se miren por donde se miren, e invitan a que todos nos cuestionarnos qué hacemos mal. No creo que haya que echar la culpa exclusivamente a la crisis, ella solo provoca que se destruya empleo y que los que están desempleados tengan más difícil el acceso al mercado laboral. Pero que 8 de cada 10 trabajadores esté a disgusto en su empresa no es directamente atribuible a los rigores económicos.
Creo que lo que sí ocurre es que nos excusamos en ella para "esconder" muchas carencias. Muchas empresas pierden talento a raudales y eso no es achacable directamente a los problemas en la economía sino a falta de habilidad para retener ese talento. No se sabe jugar con la retribución variable, con el salario emocional o la creación de una identidad de grupo, donde motivar y hacer sentir al trabajador confortable con su entorno, solo por poner algunos ejemplos. No se saben alinear los compromisos y valores del individuo e integrarlos en los del grupo al que pertenece.
A mi juicio, esto es un déficit muy importante que tiene la empresa española. Dejamos de ser competitivos por nosotros mismos... porque existe mucha desidia y sentimiento de frustración en muchos empresarios... y si los que están llamados a motivar y liderar están hastiados y frustrados... mejor apagamos la luces y nos vamos todos para casa.
Uno de mis antiguos mentores decía hace unos años: "Hay que tener muy claro lo que nos traemos entre manos, que no hemos venido aquí a jugar a las oficinas".
Creo que esa frase se podría actualizar, en los tiempos actuales, en algo así como que no hemos venido a jugar a los "Jefes y las Secres", empezando porque ese concepto está totalmente obsoleto y pasado de moda, y ahora el directivo o empresario ha de demostrar los galones ejerciendo liderazgo, basado en motivar y mejorar sus equipos para obtener el máximo rendimiento y la máxima satisfacción emocional de los miembros que los componen.
Es hora de que todos nos concienciemos que la forma de liderar ha cambiado totalmente. El directivo y empresario que no se recicle está condenado al más absoluto fracaso.
Un saludo y feliz día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario