Esta tarde, mientras estaba yo realizando una tarea en casa, me vinieron a la memoria un par de frases que alguien, a quien aprecio profundamente, me dijo una vez: "Cuando una persona se marcha voluntariamente de una empresa es culpa exclusivamente de su jefe" - entonces ¿cuándo es despedido influyen otros factores? - pregunté yo - "No, cuando es despedido también".
En el segundo caso, la explicación es muy sencilla. Alguien que ha permanecido en un puesto por un tiempo superior a un año de antigüedad y es despedido, lo es, casi con total seguridad, a causa de que su jefe no supo mantener su motivación, inspirar su espíritu y/o no supo marcarle correctamente los objetivos necesarios para su desarrollo profesional.
En un año hay tiempo más que suficiente para darse cuenta si un empleado es apto o no para el puesto seleccionado y, salvo despidos disciplinarios, un cambio de "actitud" de un empleado, pasado ese año, será atribuible a un error de apreciación o una mala gestión de su desempeño por parte de su superior en el "periodo de prueba" (y no me refiero al que aparece en contrato, sino al que la empresa precisa para que el empleado genere valor añadido, una vez se ha asentado y/o formado).
Y en el caso primero, pues con un poco de sentido común se puede llegar a la misma conclusión.
Si alguien se marcha es porque no ha encontrado el espacio suficiente para desarrollarse, para sentirse comprometido/a con el proyecto, porque no encuentra las posibilidades de hacer carrera dentro de la organización, etc.
Y da igual que se marche para mejorar económicamente o para optar a una posición mejor. Que un profesional talentoso abandone una empresa, es un fracaso para ésta a nivel de gestión de Capital Humano. Cuando alguien está contento y satisfecho en su trabajo, no escucha ofertas. Los "Head Hunters" no tienen nada que hacer, por mucho que ellos presuman de persuadir a los candidatos y de convencer, a quién sea, a toda costa. Alguien que se deja persuadir, por muy feliz y contento que parezca estar en su puesto, lo hace porque su satisfacción no estará colmada y habrá una pequeña fisura en su ego profesional, por muy pequeña que ésta sea, que le hará cuestionarse si no estará mejor en otro lugar. En esa pequeña hendidura es donde el buen profesional del reclutamiento araña y ahonda para hacer su trabajo y terminar reclutando al candidato para la empresa de su cliente.
¿Por qué pensaba y venía a mi mente todo esto justamente mientras realizaba una tarea casera?.
Pues porque cuanto más ingrata es una ocupación, más influye en ella el liderazgo y la motivación.
Resultó que en medio de una tarea poco considerada socialmente (a pesar de no estar exenta de dificultad y habilidad), descubrí que se confiaba en mi aportación y se consideraba su valor añadido, con la consiguiente dosis de satisfacción personal.
No sentirte un experto de una disciplina y que confíen en ti es algo que te llena de orgullo. Porque significa que no lo debes de estar haciendo tan mal como creías. Si además esa disciplina (que reconoces conlleva su dificultad) no es de las que más te agrada realizar, pues que motiven y halaguen tu resultado es importantísimo para que no caigas en la más absoluta desidia.
Eso es lo que marca la diferencia para que, a pesar que no te guste algo, lo realices con "agrado" y te "apetezca" repetir, sintiéndote involucrado y comprometido con dicha tarea.
Si eres un profesional en tu puesto de trabajo, es normal que el simple hecho de desarrollarlo ya te haga sentir bien, pero el liderazgo y la motivación que ejerzan sobre ti, establecerá la frontera entre tú y los potenciales "Head Hunters".
A estas alturas, no sé que tarea casera, te habrás imaginando estaba desempeñando, querido lector, pero te aclaro que yo hablaba de una tarea del hogar, en concreto la del...
"Noble arte del planchado".
Lo que para algunos, es "esa tontería que es cosa de mujeres" (cada vez menos piensan así, afortunadamente) y lo que para otros muchos, es una tarea más del hogar, que en tiempos de crisis vuelve a ser asumida, en muchos hogares, por el departamento logístico familiar, cuando en mejores tiempos estaba siendo un servicio externalizado.
Así pues, planchaba yo, esta tarde, cuando me encontré una camiseta infantil con un nombre desconocido. Pensé: ¿Se nos ha colado una prenda de otro niño en la lavadora sin darnos cuenta?. Mi mujer y yo solemos revisar a diario las mochilas de los niños para evitar errores y si alguna vez ha llegado algo equivocado, solemos contactar con los padres del interesado y lo devolvemos "ipso facto". Tras comunicárselo a mi mujer, me dijo que sí, que no había problema que estaba todo controlado. Era de un amiguito que se lo había prestado a nuestro "peque" porque no tenía ropa de cambio en un cumple.
Entonces pregunté: "¿Sabes que estaba en mi montón de plancha?". Ella asintió sin ninguna duda.
En ese preciso instante, tome conciencia de que había sido señalado como el representante familiar para demostrar el estilo de marcado y planchado de mi familia. Mi mujer, que como la gran mayoría, en estos casos hubiese realizado ella la tarea, para evitar "defectos de forma" en el producto final, puso en esta ocasión toda su confianza en mí.
He de decir que me sentí como un Michael Jordan, cuando su equipo le buscaba para lanzar un tiro decisivo o como cuando su entrenador, en un tiempo muerto, preparaba una jugada exclusiva para que él anotara la canasta decisiva que diera la victoria a su equipo justo en el pitido final del partido.
Pero sobre todo constaté que se aprende a liderar y a ser liderado en las cosas cotidianas y más habituales de la vida diaria.
Que nadie se equivoque, porque ahí es dónde está la auténtica universidad del liderazgo y la motivación. Por mucha teoría y mucho máster que exista. La habilidad y el carácter se tienen o no se tienen.
Mi mujer me ha dado una lección de motivación, sin quizás ella misma pretenderlo (o quizás sí y me lo he tragado ;-), alimentando mi ego masculino y haciéndome sentir competitivo y protagonista. No hay mejor forma de que alguien se comprometa con algo que dándole el rol más importante y demostrarle que alabamos y confiamos en su técnica.
Siiiiiiiiiiiiiiiií, lectoras del sexo femenino, estamos hablando de planchar una simple camiseta de algodón y no de pilotar una nave espacial con los ojos cerrados o salir de una caja fuerte esposado y con una camisa de fuerza al estilo Houdini... pero los hombres somos así de básicos y primitivos.
Pero dejémoslo estar aquí, de momento, que entramos en la discusión de las habilidades de liderazgo entre sexos... y eso es algo de lo que intentaré hablar en otra entrada.
Gracias y saludos.
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